Poco después de devastador terremoto que asoló México el 19 de septiembre, la RSM recibió varias llamadas y correos de amigas(os) y simpatizantes preocupadas por la seguridad de miembros de nuestra organización que ese día se reunían en Ciudad de México.
Les escribimos para transmitirles una actualización de lo que vivimos, experimentamos y aprendimos en cuanto al impacto del terremoto en la gente de Ciudad de México, Morelos y Puebla y la enorme repuesta de miles de voluntarias(os) a esta tragedia.
El terremoto ocurrió luego de temblores previos en Oaxaca, Chiapas, Tabasco y Veracruz que habían sacudido a México a principios del mes y por los cuales sigue habiendo medidas de ayuda a las afectadas(os).
Cuando ocurrió el terremoto a la tarde del 19 de septiembre, nuestro compañero de trabajo Rodrigo Olvera Briceño y yo estábamos trabajando en nuestra pequeña oficina en Colonia Roma Sur, Ciudad de México, la cual compartimos con dos organizaciones de mujeres, JASS y AWID. Nos estábamos preparando para una reunión con una marca internacional sobre el progreso en la acción correctiva en una de las fábricas proveedoras de la empresa en México.
Por suerte, todas(os) en la oficina pudimos escapar sin sufrir daños, pero el peligro continuaba aún después de llegar a la calle. Paneles de vidrio de los edificios se estrellaban a nuestro alrededor y el olor a gas nos forzó a alejarnos del vecindario, junto con cientos de nuestras(os) vecinas que escapaban de sus apartamentos y oficinas dañadas, algunos de los cuales ya habían colapsado o estaban en riesgo de derrumbe.
En los dos días siguientes, fuimos testigos de muchos residentes de Ciudad de México aportando con su trabajo y materiales para ayudar a rescatar a las cientos de personas atrapadas bajo los edificios colapsados y ofreciendo alimentos y abrigo a quienes habían perdido sus casas o no podían regresar a ellas.
Otra compañera de trabajo de nosotras(os), Lorraine Clewer, era una de esas voluntarias(os). Ella describió cómo la gente del barrio Portales formó cadenas humanas pasando sin descanso cubetas de escombros de una persona a la otra mientras hombres con palas encima de las pilas de escombros excavaban en busca de sobrevivientes. Grupos de jóvenes traían tortas, pan dulce, café y agua para las voluntarias(os). Los Topos (miembros de la Brigada de Rescate Los Topos Tlatelolco) llegaron y se ataron con soga a la cintura para ir en pares dentro de los escombros en busca de sobrevivientes. Cada vez que se escuchaba un sonido, se hacía una señal con los puños en alto y se hacía silencio hasta que se escuchaba un grito de júbilo, o la gente volvía a pasar las cubetas de escombros.
Tristemente, más de 300 personas han perdido la vida hasta el momento, y más edificios dañados en el terremoto han colapsado o deberán ser derribados. Muchos de los que sobrevivieron perdieron sus hogares y seres queridos, y algunos sus pequeños negocios. Queda por verse cuántos perderán también sus trabajos. Otros están sin electricidad o agua. Aunque los medios han estado enfocándose en barrios más afluentes como el nuestro en el centro de la ciudad, los barrios más pobres en las afueras de la ciudad o en estados aledaños han recibido menos atención. La ayuda en esos lugares ha sido provista principalmente por las(os) vecinas, a veces con la ayuda de estudiantes universitarias(os) y secundarias(os). Cuando aparecieron agencias gubernamentales la gente dice que la distribución ha sido politizada. Como resultado, la gente, en general, tiene muy poca confianza sobre lo que hace el gobierno sin importar la eficacia de sus esfuerzos hasta ahora.
Como saben, la tragedia ocurrió durante el 32o aniversario del terremoto que devastaba la Ciudad de México matando a miles de personas.
Una de las consecuencias preocupantes del desastre de 1985 fue el descubrimiento de talleres clandestinos de confecciones en edificios dañados por el terremoto. Las trabajadoras quedaron atrapadas bajo los escombros, mientras los dueños del taller rescataban sus materiales.
Treinta y dos años después, al menos una fábrica de confecciones colapsó por el terremoto reciente. No hay información confiable todavía sobre la cantidad de trabajadoras(es) que murieron como resultado del colapso o de las marcas cuyos productos se hacían en las fábricas. Según las últimas noticias, se puede confirmar que había una fábrica de ropa y por lo menos dos empresas más que operaban en ese edificio de cuatro pisos. La RSM está en contacto con nuestras(os) colegas en México y estamos tratando de verificar la escasa información disponible al momento y estaremos dando seguimiento en cuanto se pueda.
Un resultado positivo del terremoto de 1985 fue la experiencia de la movilización de las ciudadanas(os) que se organizaron para rescatar a quienes estaban atrapadas(os) bajo los escombros de edificios derrumbados, un fenómeno que, como lo mencionamos aquí, se repitió en esta ocasión.
Los eventos de la semana pasada son un duro recordatorio de la precariedad de las vidas de la vasta mayoría del pueblo mexicano, pero también de su increíble capacidad para movilizarse, y unirse en ayuda de las víctimas de desastres.
Queremos expresar nuestra profunda solidaridad con todas(os) aquellas que han debido atravesar por esta tragedia, y que siguen haciéndolo. La RSM mantiene comunicación regular con colegas y socios en México, evaluando los daños y los esfuerzos de ayuda y monitoreando los impactos particulares en las trabajadoras(es) de las fábricas. No hay duda de que el esfuerzo de reconstrucción habrá de llevar varios años.
Lynda Yanz, Coordinadora